Cada vez que escuchamos la palabra diplomacia, en la alta aristocracia y embajadores pensamos.
Aunque dicen que es la ciencia de intereses nacionales, sin excepción los mortales los usamos con sapiencia,
avivamos relaciones cuando algo pretendemos; reímos y no ofendemos aunque tengamos razones.
Pasando inadvertido el defecto del vecino, y hablando siempre con tino para que no haya ofendido.
Aquel que es civilizado si quiere caer simpático, debe ser buen diplomático para ser considerando.
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