Yo no admiro al que ha triunfado valido de sus influencias o al que le dio recompensas a quienes lo han encumbrado.
Ni al que sin ningún desvelo, por tener inteligencia sobresale en elocuencia, porque le cayó del cielo.
Tampoco al que por servil trepa hasta un alto puesto, porque eso es deshonesto, degradante y hace vil.
Para mì, es de admirar aquel que aunque esté caído se levanta y está erguido para volver a luchar, por ser el más esforazado y un hombre de sinvergüenza merece la recompensa y ser el más admirado.
Porque derrota no acepta y sin medir la distancia, sigue con fe y constancia para alcanzar su meta.
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