La envidia es una serpiente que corroe el corazón, una terrible pasión capaz de volver demente,
pues no existen razones para sentir sinsabor porque otro esté mejor o reciba galardones.
No desees si otro tiene, con egoísmo y rencor, porque está Nuestro Señor, que sabe lo que conviene.
Aguza tu inteligencia y aférrate al trabajo, que nadie se queda abajo, con sudor y con paciencia.
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